1/9/13
Estás muerta
Una sola palabra hubiese bastado para salvarme. Una sola. Una llamada, una caricia, algo. Un indicio de preocupación, de que te importaba. De que querías que siguiera viva. Pero hiciste oídos sordos, te hiciste a un lado. No me escuchaste. Te aclaré una y mil veces que me estaba muriendo, que necesitaba salvarme, que contaba con vos para hacerlo. Que sin vos me moría, que eras lo único que me quedaba. Te sentiste presionado y me dejaste. ¿Tengo que sentirme culpable por mi muerte? ¿O hay más de un culpable? Quiero decirte algo:podrías haberme salvado.No creo que otra persona entienda el deseo de morir tan acabadamente como lo entiendo yo o como lo entienden los suicidas. No sé si alguna sensación peor: sentirse mal por estar tan sano, querer morir, desaparecer de manera fulminante. Y luego ver a tus viejos haciendo la cena y a tus hermanos jugando a la play station; todo mientras vos silenciosamente planeás tu muerte, exquisita, necesaria, inminente, inexorable.
Y llorar has el desmayo o el interminable dolor de cabeza que parece encarnársele a uno en lo más profundo de los sesos. Tener tanto odio por uno mismo, tanto que hasta nos parecen irreales e inentendibles todos aquellos años de convivencia con nuestras mentes perturbadas, tantos años de soportarse a uno mismo. Y luego llegan los reproches: ¿por qué no me di cuenta antes? ¿Por qué no me eliminé tiempo atrás?
Lo pensé varias veces, intentás encontrar algo porqué vivir, porqué quedarte, pero las razones son tan frágiles como la convertibilidad, y sos menos convincente que Fidel castro izando la bandera de los Estados Unidos. Querés morirte y tenés millones de razones por las cuales hacerlo. Y sin embargo, todavía rogás por una sola razón para quedarte. Una razón te salvaría, solo una sería suficiente. Y no la encontrás, no porque no sepas buscar, sino porque simplemente no hay. No existe el motivo por el cual quedarte en este mundo.
¿Por tu familia? ¿Quedarte por tu familia? Que los suicidas somos egoístas es la gansada con menos sustento que escuché en toda mi vida. Empecemos a sacar un poco de lógica en todo esto: uno no quiere vivir porque sufre, porque está triste. Entonces algún ser muy inteligente (seguramente amigo o familiar) te dirá que todo el mundo te quiere, que todos te aprecian, que no podés hacerle eso a tu familia.
Entonces llámenme egoísta , pero no pienso soportar este dolor. La gente es tan moralista, tan hipócrita. No entienden lo que se siente; no lo pueden entender porque la depresión, la anorexia, la bulimia, llevan a la persona al extremo. Te tortura, te viola, te deshace adentro. Tus tripas, tu estómago, tu garganta, tu pecho, tu sexo. Todo le pertenece a tu enfermedad: necesitás morirte porque sabes que no tenés anda más que hacer en este mundo. Que te duele demasiado estar vivo; y que aunque seas una excelente alumna, una hija adorable y una amiga incondicional, no tenés fuerzas para seguir jugando esos papeles.
Te das cuenta que te pasaste la vida actuando, pensando que si te disfrazabas con diferentes personalidades ibas a poder por fin tapar tu verdadero ser: el que quiere morir porque no puede elegir otra cosa. Pero, por favor, díganme si estoy errada. ¿Si ustedes estuvieran muriéndose de dolor por alguna razón, no le gustaría acabar con ello? ¿O prefieren morirse de sufrimiento lentamente y caer en una evitable agonía a fin de no molestar a terceros? Además, déjenme decirles que cuando hay dolor, los demás dejan de existir. No se piensa en nadie más, no se piensa siquiera en uno mismo: porque dejás de existir como persona, pasás a ser simplemente un vegetal con ganas de suicidarse. No más que eso. Tu fin último es planear un suicidio con clase, con estilo, para al menos no dejar todo ensangrentado. Los otros no existen: son la muerte, las pastillas, la soga, el balcón, la bañera, el secador de pelo, el maldito tren , lo que fuera. Sos vos y tu muerte, más próxima que nunca. Y esta vez es claramente inevitable.
Una conchuda.
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