31/3/13
Las nenas grandes no lloran
¿Te acordás cuando te lo decían mamá y papá eso para que dejaras de llorar cuando cada capricho era un llanto?
Yo sí. Y la verdad, lo extraño mucho. Extraño cada capricho, cada enojo, cada juguete que ahora no tengo ni guardados en mi baúl, porque con el tiempo los fue rompiendo mi hermanita. Cada autito con el que algún día jugué como la nena "rarita" que era. Extraño cada llanto que después de 5 minutos se transformaba en risas. Extraño tanto la infancia que un día marcó mi presente...
Porque hoy ya no lloro porque me caí en la plaza y me lastimé la rodilla, hoy lloro porque aunque la herida no se vea ni se pueda curar con agua oxigenada, me duele mucho más que la que en algún momento me hice por correr demasiado rápido y tropezarme Que ya no sufro porque está lloviendo fuera y no puedo salir a jugar, hoy sufro por no poder mostrarme del todo siempre tal y como soy. Ayer era la que le gustaba hacer castillos de arena en la plaza, hoy a la que tanto le gusta sacar fotos. Antes era la graciosa, la extrovertida, la que era la típica nerd del curso, la que hacía reír a todos sin tener que fingir esa risa pintada. Antes era la que siempre se reía, la que siempre le daba la mano a mamá para cruzar la calle, hoy soy la que se ríe falsamente solo por quedar bien o hacerse creer a si misma que todo está bien, hoy soy esa que le grita a mamá, esa misma mamá a la que ayer despertaba con un beso en el cachete todas las mañana y le pedía que me hiciera el desayuno. Ayer era esa que hacía siempre dibujos a todos en su cumpleaños, hoy soy la que se guarda 10 minutos para escribir todo lo que siento en una foto de Facebook a esa persona que cumple años. Ayer era esa nena que soñaba con ir a Disneyland para comprobar si Mickey Mouse de verdad vivía en un castillo, hoy soy la que quiere salir a conocer mundo, a estados unidos o a cualquier otro lugar en el que para los demás sea una desconocida, solo para tener la certeza de que haga lo que haga, no hará el ridículo. Ayer era esa que iba a una plaza y se hacía amiga de todos pero llegó un el día que me decepcionaron y desde entonces cada vez que iba a una plaza jugaba sola con mi amiga imaginaria, Lizzie, y no me hacia amiga de nadie y por dentro pensaba "¿Para qué hacerme amigas si no las voy a ver más?". Ayer era esa chica que no le tenía miedo a nada, hoy soy la que no quiere darse del todo a conocer, solo por el qué dirán o pensarán de ella. Esos días que hoy veo tan lejos, son los que yo extraño tanto. Ayer era la que de verdad era feliz, la que cada día tenía un nuevo motivo por el que ser feliz y darse a conocer ¿Y ahora qué? Ahora nada. Es gracioso, no?
La conchuda de Guadalupe.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario