2/6/13
Sueños escalofriantes.
(Aclaración: El siguiente texto no tiene demasiado sentido. Son alucinaciones, sueños escalofriantes que surgen luego de sucesos inexplicables. Fue escrito por una persona no muy curda, desesperada y llena de alucinaciones No vale la pena leer, yo lo escribí... Y no lo leería, en fin.)Te pienso a cada minuto. Siento tu brisa acariciar mi rostro y me da un escalofrío que recorre todo mi cuerpo. Me abrazas de una manera terrorífica y especial. Tu túnica negra me abriga y tu sonrisa sombría se refleja en mis ojos llenos de lágrimas. Tus manos frías que toman mis brazos, cortando suavemente al compás de la música clásica. Mi garganta con nudos de una soga que no le pertenece y mi voz muda sin poder gritar. No puedo luchar contra vos, tenes el poder de manejarme a tu antojo. Apareces en cualquier momento, cualquier lugar. Camino en su curda floja, debajo de ella el vacío, con riesgo de caer. No le temo a las alturas, solo me da miedo caer. Caer y caer infinitamente durante horas, días, meses, años... Quizás acabe chocando contra el suelo, quizás me enrede en esa curda, quizás encuentre a esa hermosa dama con su hacha. No lo se. Algunos dicen que alucino, que estoy loca, que son solo pesadillas. Yo lo veo de otra forma, veo un sueño bonito, un tanto escalofriante, pero hermoso.
Ella es en quien pensé ayer, en quien pienso y en quien pensaré eternamente.
Anoche tuve un sueño, un sueño hermoso. Ella venía y acariciaba mi rostro con frialdad y un poco de ternura. Me mostró un camino de piedras ardientes y vidrios, descalza lo seguí sin rumbo. Me topé con una puerta, tenía mucha altura, algo parecido a unas rejas y estaba oxidada, cadenas y candados en su mismo estado. Ella, con frialdad, me abrió las puertas del infierno.
Allí encontré almas en pena, cuerpos destrozados, mentes enloquecidas, lágrimas de tantos que formaban un río que se teñía de rojo. Una niña pequeña se me acercó y muy amablemente me habló. Traía puesto un vestido manchado de barro y su cabello le tapaba parte de su rostro. "Bienvenida", con una voz suave, media vuelta y desaparece.
En un abrir y cerrar de ojos me encuentro dentro de otro lugar. Algo así como una casa, un edificio. En ese lugar me vi a mi misma en distintos estados. Estaba alucinando, enloqueciendo, no lo sé. Pero allí estaba, en una habitación, con mis otros "yo". Ella siempre estuvo presente. Me miraba fijo a los ojos, me hablaba, susurraba mi nombre. "No tienes el coraje de hacerlo", no, no lo tenía, no lo tengo. Miraba hacia abajo, del balcón, la cuerda, ya ni se lo que era... Quería saltar, me aterraba ver mi estado de locura. Quería dejar mi alma libre, pero no me atreví a hacerlo y aún sigue presa. Tal era ese estado, que la miré fijo a los ojos, recuerdo que lloraba y temblaba, ella me sonreía. Sus manos huesudas y blancas acariciaron mi rostro. Lo último que vi esa noche, fue su sonrisa. Lo último que oí fue "nos veremos pronto".
Desperté, agitada, transpirando, llorando. Mire un rincón de la habitación, vi como una sombra desaparecía. "Adiós" susurre, un tono muy bajo, sentí la brisa fría por mi cuello y supe que realmente nos volveríamos a ver.
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